"PLANETA AUSTRALIA: LOS ARCHIVOS DE LA TIERRA" (EL DOCUMENTAL: CAPITULO 1)

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jueves, 23 de abril de 2009

Un koala para Selene



© Fotografía: Hector Garrido

miércoles, 22 de abril de 2009

Con ciencia (6)


Hoy, ya en Perth, me he pasado la mañana en el Geological Survey de Australia del Oeste con Martin van Kranendonk. Martin es un excelente geólogo, sin duda el mejor conocedor de las rocas más antiguas de Australia. Él se las ha pateado y de hecho es quien ha levantado los mapas geológicos a escala 1:100.000 y ha interpretado la estructura geológica de esas formaciones. Aunque hemos publicado juntos un artículo en Science no nos conocíamos personalmente, por lo que ha sido un encuentro especialmente esperado. Más tarde hemos ido a la Core Library, la litoteca del Servicio Geológico, que es una inmensa colección de rocas y de testigos de perforaciones de las más diversas rocas de Australia Occidental, cilindros de roca que son un tesoro para estudiosos de la Universidad o de las compañías petroleras o mineras que trabajan en este estado. Martin ya había solicitado que sacaran y expusieran las pertenecientes a dos de las formaciones rocosas que vamos a visitar, una de 3.500 millones de años y otras de “sólo” 2.700 millones de años. En la foto, le vemos con esas muestras de rocas. Cada cilindro de un metro puede corresponder de uno a diez millones de años. Me estuvo enseñando los distintos minerales que forma esas rocas, explicando sobre ellas la secuencia de eventos que él interpreta que debió haber ocurrido entonces y cómo se observan los posibles estromatolitos. Ya hemos acordado una futura colaboración, en la que nosotros contribuiremos con nuestra experiencia en cristalografía y crecimiento cristalino para entender lo que nos dicen las texturas de esos minerales. Pero desde luego ahora queda lo más importante: verlas, tocarlas, estudiarlas en el campo. Por lo que cuenta Martin, el viaje se presenta fascinante. Primera escala en Carnarvon, a unos 1200 kilometros al norte, hacia donde volaremos el viernes para filmar allí los estromatolitos actuales en Shark Bay. Martín sale por su cuenta mañana jueves junto con su esposa en un todo terreno. Martin y su esposa se casaron el domingo pasado.

martes, 21 de abril de 2009

Bosque y coral

Después de unos días en Townsville nos preparamos para pegar el salto al otro lado de Australia. Durante este tiempo hemos recorrido algunos de los hábitats característicos de la zona noreste de Australia: la barrera de coral, los bosques de eucaliptos y el bosque lluvioso.

            Es un continente impresionante, tanto por sus dimensiones como por la diversidad de seres, formas y colores que encuentras en todos los rincones que visitas…incluido el cuarto de baño. Sin embargo también son impresionantes los cambios y amenazas para la conservación de estos hábitats después de poco mas de 200 años de la colonización por los británicos. Algunos de estos impactos están relacionados directamente con las actividades humanas por estas tierras, por ejemplo la introducción de especies de otros continentes, ya sea en un intento de reproducir la naturaleza original de Inglaterra, aumentar la productividad de tierras en realidad pobres en nutrientes, caprichos particulares o la característica y bien conocida chapuza (mas extendida en el planeta de lo que creemos).

© Fotografía: Rocío Fuentes Gutiérrez

            Hemos visitado las plantaciones de caña de azucar y discutido los problemas derivados de la introducción de una especie de sapo (Bufo marinus) para controlar una plaga que amenazaba la producción. Los problemas surgieron cuando el sapo manifestó unas preferencias gastronómicas mas amplias de las asumidas en un principio y para rematar el tema provocaba la muerte de muchos de los vertebrados que se lo intentaron zampar, ¡y es que hay que prestar siempre atención a lo que uno se mete en la boca!. Desde las plantaciones de caña subimos a las zonas montañosas pudiendo comparar la fauna y vegetación en zonas de bosque lluvioso, bosque húmedo esclerófilo (traducido: un eucaliptal impresionante) y bosque seco de eucaliptos. Richard Pearson nos comento la elevada riqueza de especies de aves de los bosques de eucaliptos en la zona, comparable a la que se encuentra en el bosque lluvioso, algo sorprendente si lo comparamos con los monocultivos de eucaliptos introducidos en España. La similitud en riqueza de especies se debe a dos factores: uno bueno y otro malo. Como en el chiste, vamos primero a por el bueno: Australia es habitada por mas de 600 especies de Eucaliptos con una gran diversidad de organismos adaptados a vivir en los bosques mixtos conformados por estas especies…el malo, la importante reducción en la superficie de bosque lluvioso debido a las quemas ligadas a la agricultura en los últimos miles de años llevaron a la desaparición de muchas especies especialistas de este tipo de hábitat. Como nos comento Betsy Jackes, las especies de eucalipto introducidas en España se caracterizan por un elevado efecto alelopático (es decir, que impiden el establecimiento de otras especies vegetales en la zona) y esto explicaría la baja riqueza biológica que caracteriza estas plantaciones en España.

© Fotografía: Rocío Fuentes Gutiérrez            

Parte de los impactos negativos sobre los ecosistemas australianos que estamos observando ilustran a la perfección los riesgos derivados del cambio global. La barrera de coral australiana, al igual que muchos otros arrecifes coralinos de todo el mundo están sufriendo un importante recesión: los corales se mueren…aun en el caso de que Australia siguiera siendo únicamente habitada por los 300.000 aborígenes que vivian en el continente a finales del siglo XVIII, la gran barrera Australiana seguiría recibiendo los impactos negativos derivados del cambio global: el aumento de las temperaturas del agua y el aumento de la acidez de los océanos seguirían impactando negativamente sobre las poblaciones de coral. En un mundo global la conservación de los hábitats depende muchas veces de las decisiones y actítudes en la otra punta del planeta.

Con ciencia (5)

Desde la primera vez que estuve en Australia y me topé con un canguro no puedo evitar darle vueltas a una tontería que me viene a la cabeza de vez en cuando. Me imagino lo mal que lo pasaría el colonizador que avistara un canguro por primera vez, ya fuera uno de los españoles que llegaron con el capitán Torres o un portugués más tarde o incluso un hijo de la gran bretaña que viniera con el capitán Cook o fuera abandonado en las costas vírgenes de este país por pendenciero o delincuente. Da igual, la escena se debió repetir varias veces. Pongamos, por ejemplo, un tal McCallan que se fuera o lo mandaran a dar un garbeo por los montes vecinos y que vuelve al campamento corriendo. “Hello guys, you know? acabo de ver unos animales, grandes como burros que van saltando sobre las patas traseras”. Me imagino a los demás tipos duros del grupo mirándolo con cara de perdonavidas:  “Joder McCallan, que te hemos dicho ya que no bebas tanto” Y McCallan nerviosito “que no guys, que tiene una cola en la que se apoya y mueve cada oreja por su lado”; “McCallan como se entere el capitán te pega 40 latigazos”. Y el McCallan que insiste desesperado con los ojos y las manos abiertas: “Que no guys, que tiene una bolsa en la barriga y lleva dentro de ella otro bicho más pequeño”. “Vete al carajo McCallan”.

Y lo mismo debió pasar con el ornitorrinco, o con los zorros voladores de la bahia de Sidney y con tantos otros animales que, de no existir Australia, podrían estar embelleciendo el bestiario de Cortazar o el Manual de Zoología Fantástica de Borges.

Toda esa diferencia viene, claro, de que este continente que hoy es Australia se desgarró de la Antártida y de América del Sur y desde entonces, hace 55 millones de años, la vida ha evolucionado en su total aislamiento creando una fauna diversa y única que no tiene paralelo en otras partes del planeta. Por estas y otras cosas, los científicos no necesitamos creadores caprichosos para explicar la vida que sobre la tierra. Nos basta por ahora la teoría de la evolución. 

ALBUM DE FOTOS II

Desde los acantilados de Cabo Blanco, en la frontera entre Mauritania y el Sahara, conseguimos filmar a la amenazada foca monje. El cámara es Arturo y el mirón es Manolo de la Riva (por una vez sin GPS). Mauritania, diciembre 2004.

Esta poética imagen la obtuvo Héctor Garrido (el que sabe...sabe) en una hacienda de la pampa argentina, cuando caía la tarde. Cada uno a lo suyo: Arturo con la DVCPro, yo con el Moleskine (gracias Javier por el regalo) y Charli con la MiniDV. Cuando saquemos el disco de tangos pondremos esta foto en la portada. Argentina, noviembre 2006.

De nuevo Héctor Garrido agarró su pedassssso de cámara (da miedo verla) para inmortalizarnos en este gomón con el que navegamos por la aguas cercanas a Península Valdés. Quién nos guía es Pinino (el que sabe hablar con las ballenas). En primer plano, y en postura indecorosa, Javier Medina, del Parque de las Ciencias de Granada. En el agua... una ballena franca austral. Argentina, noviembre 2006.


Los coches rusos fueron, en cierta medida, nuestra casa. En ellos pasamos cientos de horas machacando nuestras cervicales por las estepas. César, Charli y yo volvemos a reirnos... por no llorar. Kazajstán, junio 2003.
© Fotografías: José María Montero "Monti" (excepto las de Héctor Garrido "Chiqui").


ALBUM DE FOTOS I

El Dream Team emulando a Lawrence de Arabia en una carretera de Mauritania, camino de Banc d`Arguin, en la costa atlántica. El que se tapa (por algo será) es Charli. Expedición a Mauritania y Senegal. Diciembre 2004

Científicos y comunicadores, llenos de mugre pero contentos, en la estepas de Kazajstán. A la izquierda de la foto nuestro todo-terreno (por llamarlo de alguna manera no ofensiva), y a la derecha el secarral en el que estuvimos penando un mes. Junio 2003.

Un libro funciona en cualquier parte. No necesita batería, ni wifi. Kazajistán, junio 2003.


Otra imagen del secarral kazako con nuestras chatarras móviles al fondo y el campamento (dos tiendecitas de campaña de las de irse el fin de semana a la playa). El que maneja la cámara es César. Kazajistán, junio 2003.




Estuvimos pensando en bañarnos pero el agua no nos daba mucha confianza. Arturo y yo posamos para Charli en el humedal de Dwaling. Mauritania, diciembre 2004.


© Fotografías: José María Montero "Monti"

ASÍ EMPEZÓ TODO...



La alianza, o la simple complicidad, entre científicos y periodistas es, en nuestro país, una de esas rarezas que hipotecan la divulgación científica a gran escala. De este tema ya ha escrito algo en este blog nuestro amigo Juanma. Pero, si esta alianza es tan complicada, ¿cómo surgió esta curiosa pareja Estación Biológica de Doñana – Radio Televisión de Andalucía que sigue cumpliendo años sin atisbos de desencuentro?

Los científicos necesitan divulgar sus interrogantes, sus retos, la utilidad social de su trabajo, sus problemas, las respuestas que han sido capaces de iluminar,... Necesitan socializar las incertidumbres que habitan en la investigación, para que ésta pueda ser entendida en sus justos términos. Precisan, como no había ocurrido hasta ahora, de un respaldo social que, a la postre, se traduzca en un decidido respaldo político, que es del que nacen los recursos, materiales o financieros, que requieren. En definitiva, necesitan escapar de los círculos endogámicos en los que, con demasiada frecuencia, se refugian, y salir así a la calle y explicar, y explicarse, ante los ciudadanos.

Los comunicadores, por nuestra parte, estamos necesitados de noticias, de novedades, de descubrimientos, de aventuras, de esfuerzos titánicos, de misterio,... ¿Y no son éstos los materiales con los que a menudo, por no decir siempre, se teje la actividad científica? En una sociedad cada vez más tecnificada, cada vez más vinculada al hecho científico y sus consecuencias en la vida cotidiana, necesitamos contar esa nueva, y poderosa, dimensión de nuestra realidad. Y contarla, eso sí, de manera atractiva, de forma que pueda ser comprendida por aquellos para los que la Ciencia es un territorio oscuro, complejo e intraducible, sin traicionar, al mismo tiempo, el rigor con el que se construyen los materiales de la Ciencia.

Un buen día, allá por el 2000, Fernando Hiraldo, director de la EBD, y yo mismo nos hicimos la siguiente pregunta: ¿seremos capaces de producir, mano a mano y en igualdad de condiciones, materiales y herramientas de divulgación que sean valiosas para ambos? O, dicho de otra manera, ¿podemos elaborar productos de divulgación científica que sean atractivos desde el punto de vista televisivo y que, al mismo tiempo, sean rigurosos y puedan resultar de utilidad para los científicos? Y para resolver estos interrogantes acordamos un territorio común en el que buscar las respuestas, un territorio en el que, a priori, ambos nos sintiéramos cómodos.

Ese territorio resultaron ser las expediciones científicas, por utilizar un término que todo el mundo identifica con facilidad, aunque en realidad se trate de esos viajes, casi cotidianos, que los científicos de la EBD deben realizar a distintos puntos del planeta para resolver sus proyectos de investigación.



Creamos, y aquí está el elemento más novedoso y arriesgado de la experiencia, un equipo mixto de trabajo, de tal manera que renunciamos al modelo tradicional (un equipo de televisión que documenta, mirando desde el exterior, el trabajo de los científicos de acuerdo a sus indicaciones) y acordamos una fórmula en la que todos trabajáramos, mano a mano y en igualdad de condiciones, desde el principio hasta el final, desde el propio diseño del viaje hasta la redacción y montaje de los guiones finales. Así los periodistas teníamos que empaparnos de las condiciones en las que diseñaban y ejecutaban su trabajo los científicos, y éstos también tenían que ponerse en nuestro pellejo para prever nuestras necesidades y adaptarse a ellas.

Nos pasamos meses discutiendo, pactando, consensuando y decidiendo, tanto en las cómodas salas de reuniones como en los inhóspitos escenarios en los que, finalmente, se desarrolló el trabajo conjunto. La simbiosis llegó a producir resultados inesperados, que iban más allá del propio material de divulgación. Los periodistas terminamos convirtiéndonos en unos modestos, aunque solventes, auxiliares de investigación, y los científicos participaban con soltura, y buen criterio, en decisiones que tenían que ver con la producción, realización o redacción de los documentales.


Lo habíamos conseguido, la alianza era posible, la complicidad no era una utopía... Y encima nos lo pasamos bien, ¿qué más se puede pedir?

Fotografía: Charli y yo nos reimos (por no llorar) en las estepas de Kazajstán después de 23 días sin ducharnos. Corría el mes de junio de 2003 y fue la primera de nuestras expediciones. La foto la hizo César, nuestro operador de cámara.

José María Montero "Monti"

Fotos de Sydney

Fotografía: Rocio Fuentes Gutierrez

Fotografía: Rocio Fuentes Gutierrez

Fotografía: Rocio Fuentes Gutierrez

Sueño no tan inalcanzable

Cuando era pequeñita y no media más de un metro de estatura y la tarta de cumpleaños no contaba con más de seis velitas, soñaba con un país muy lejano llamado Australia. No sólo soñaba con poder ver con mis propios ojos aquellos extraños y exóticos animalitos que aparecían en dibujitos como "Mofli el Koala", "El Cangurito Gentil" o las "Super Nenas en la ciudad de Townsville", sino también con aquellas playas kilométricas de arena blanca y fina que nos enseñaban aquellos documentales como en el que hoy me encuentro sumergida.

 

Ahora puedo decir que, después de 20 años, aquel sueño por aquel entonces inalcanzable se ha cumplido antes de lo que yo creía. Quién iba a decirle a aquella niña de 6 añitos, que con tan sólo 25 iba a poder fotografiar a estos animales únicos e incluso tocarlos. Todavía siento escalofríos al recordar la sensación que sentí al verlos delante de mí; fue como regresar al pasado y sentir aquella inocencia y entusiasmo por todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Es entonces cuando comprendí lo privilegiada que soy por estar consiguiendo ya mi sueño. Da igual no dormir más de 5 horas cada día, llevar un trípode que pesa más de 7 kilos, llevar como joroba una mochila cargada de baterías y cintas, que me duela el dedo índice de tanto disparar mi cámara fotográfica, e incluso no ducharme en una semana o estar rodeada de insectos en un desierto en medio de la nada. Hoy puedo decir que yo, Rocío con 25 años de edad y no más de 4 años en la profesión estoy cumpliendo mi ilusión, no sólo por estar aquí, sino por estar aquí haciendo lo que me gusta y con la suerte de estar rodeada de un equipo de profesionales que  además de ser excelentes en su trabajo son como una gran familia, muy de agradecer en este largo mes en el que todos deseamos un abrazo.


© Fotografía: Hector Garrido
© Fotografía: Rocío Fuentes Gutiérrez

CON LUZ EN BIRTHDAY CREEK






Ayer Luz Boyero, metida en el agua hasta la cintura, nos explicaba su trabajo en el Birthday Creek, uno de los ríos que surcan el bosque tropical de Paluma. La mayor fuente de energía de este cauce, al que no llega mucha luz solar debido al tupido manto verde que lo cubre formando una galería, es la hojarasca procedente de esa densa vegetación de ribera, hojarasca que es procesada por macroinvertebrados fragmentadores y microorganismos, estando la producción primaria severamente limitada. La diversidad y abundancia de esos fragmentadores, que nadaban despreocupadamente bajo nuestras cámaras, influye en las tasas de procesamiento de esta hojarasca y por tanto en el funcionamiento de todo este ecosistema. Un excelente bioindicador que se está analizando en otros muchos puntos del planeta para examinar los efectos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad en estos ecosistemas.

Como sigo empeñado en trazar vínculos creibles entre Andalucía y Australia os diré que aquí los los cauces se asemejan, en cierta medida, a los mediterráneos, ya que son cursos de agua estacionales. Se llenan de agua y vida durante la estación lluviosa y se secan durante los meses más secos.

Dos terceras partes de Australia son desérticas o semidesérticas y experimentan una alta evaporación. Sólo un 10% de las precipitaciones permanece en la superficie para abastecer a los ríos. Estamos en el continente habitado más seco del planeta (le gana la Antártida, pero allí la única población es la de las bases de investigación, población nómada). En el outback australiano apenas se registran precipitaciones medias de 150 mm/año, aunque también hay un punto desproporcionado (de nuevo Australia nos sorprende con sus magnitudes): en las mesetas de Atherton, a menos de 300 kilómetros de donde nos encontramos, se registran hasta 12.000 mm/año (seis veces lo que llueve, de media, en Grazalema). Lo dicho, no hay término medio.

José María Montero "Monti"

Fotografía: Birthday Creek, Paluma, Australia. © Héctor Garrido

CENANDO BARRAMUNDIS: TAMAÑO VS. INTENSIDAD


Acabamos de cenar unos buenos lomos de Barramundi (Lates calcarifer) a la plancha y me he acordado de lo que Juanma escribía mientras volaba de Brisbane a Perth: en este país todo tiene un tamaño desproporcionado.

El Barramundi es un pescado de tamaño más que generoso, a cuya captura se dedican los aussies con verdadera devoción (ya hablaremos de la pasión australiana por la caza, la pesca, los deportes y cualquier actividad al aire libre --sobre todo aquellas en las que sólo se usen chancletas--). En la cocina se considera uno de los platos más representativos de este continente, y su figura aparece en pinturas rupestres aborígenes de miles de años. Barramundi es, precisamente, una palabra aborigen que significa "el gran escalador de los ríos", característica que hace referencia a la capacidad migratoria de este animal.

Nuestros (ya) amigos de la ABC TV prestan todos los años cobertura a los campeonatos que se organizan en torno a la pesca del Barramundi, certámenes que, en algunos casos, han cumplido tres décadas. El Barramundi de la foto se capturó en 2007, en el East Alligator River, y midió 1,21 metros.

Cierto es, por tanto, que el tamaño es una de las características a las que continuamente hay que hacer referencia cuando se habla de Australia y los/as australianos/as, pero lo de la intensidad es otra cosa. Mientras devorábamos nuestros Barramundis el resto de comensales cuchicheaba (a pesar de ser un comedor al aire libre), y nosotros, como no, hablábamos y reiamos a todo trapo. Creo que los españoles del Yongala Lodge (http://www.historicyongala.com.au/), esos que se levantan a las 4:30 de la mañana arrastrando trípodes y mochilas cargadas de trastos, comienzan a ser populares en este barrio de Townsville...
José María Montero "Monti"
Datos de realización televisiva de esta nuestra expedición.
Material fungible consumido a la mitad de la producción:
-Cintas DVCpro unidades 35, una de ellas con premio.
-Cintas MiniDV unidades 5, dos de ellas de limpieza de cámara.
-Pilas para microfonía inalámbrica unidades 42. Y cuatro cuerdas vocales.
-Cajas de cerveza de treinta unidades, como cinco o siete, no recuerdo bien.
-Botes de crema antimosquito como para untar a una manada de elefantes. Sin éxito, estamos llenos de ronchas.
Características Australianas a tener en cuenta para una buena imagen: 
-Luz muy dura, pero baila salsa, esto lo suaviza bastante.
-Sonido ambiental que cada vez huele peor.
-Al estar boca abajo, los planos picados siempre salen en contra.
-Utlización de objetivo angular para los planos cortos y para los planos generales usar siempre el Google Heart. Esto es enorme.
Espero que estos datos sean de gran utilidad para futuros realizadores que vengan por estas tierras, aunque, soy consciente, serán pocos ya que somos una auténtica especie en peligro de extinción.

Con ciencia (4)

CON CIENCIA (4)

Estoy volando desde Brisbane a Perth, atravesando Australia de costa a costa, desde el océano Pacífico al océano Índico. La duración del vuelo es de casi cinco horas que se convierten en tres horas de reloj porque atravesamos dos husos horarios. La distancia que estamos recorriendo es de 3650 kilómetros. Tanto como si viajáramos desde Sevilla a Moscú pasando por Francia, Italia, Austria, Alemania, Chequia, Polonia, Ucrania, Bielorrusia y Rusia. Australia es un país inmenso e inmensamente rico. En este recorrido sobrevuelo rocas formadas a lo largo de casi toda la historia de la Tierra, desde las más recientes de la costa este a las más antiguas del oeste australiano que vamos a estudiar.  No conozco ningún otro recorrido similar en todo el planeta que sea tan representativo de esa historia geológica. Me gusta la sensación de volar sobre la historia que nos cuentan las piedras. Volar sobre cuatro mil millones de años.

Con ciencia (3)

CON CIENCIA (3)

En Sidney estuvimos cenando con Paul Willies en un restaurante llamado Young Australia. Nos bebimos una botella de Jim Barry, en concreto de un vino que mezcla Shiraz con Cabernet-Sauvignon de la cosecha del 2005 de sus viñedos familiares, que está a un precio de 16 pavos australianos (entre 8 y 10 Euros según se cambie). Un vino que estaba para tomarse dos botellas. Este Paul Willies es un tipo simpático, un divulgador científico (paleontólogo para más señas) que nos presentó Stephen Hyde, que tiene un programa de televisión en la ABC, la TVE de Australia. El día anterior nos habíamos reunido con él y con su productor, Nick Lee, para intercambiar con ellos material filmográfico, en especial de la serie Nature of Australia que es un hito en la divulgación de la naturaleza. El programa de Paul y Nick se llama Catalyst y es absolutamente recomendable para los que entiendan el inglés. Lo podéis comprobar en su excelente web: (http://www.abc.net.au/catalyst/).

Llevan diez años emitiendo en la primera cadena los jueves en hora punta con un share del 17%. Las historias que cuenta Paul y sus colegas duran no más de diez minutos y tratan de la ciencia de punta que se hace en Australia. Están contadas de forma desenfadada y simpática, como en mi opinión debe de ser. A veces tan desenfadada que dudo que en España tuviera éxito el cachondo de Paul. Pero desde luego mucho mejor y más inteligente que la visión seria, grave, casi religiosa, que algunos de nuestros programas de divulgación transmiten de la ciencia. Creo que mientras que en la tele y la radio se trate la ciencia como algo lejano e inaccesible, no hay nada que hacer. De ahí la idea de hacer este blog, para que se vea que hacer ciencia y hablar de ella no significa necesariamente aburrirse y aburrir a los demás.  Les dedicamos a Nick y a Paul nuestro libro "Armonía Fractal en Doñana" y estuvimos hablando toda la cena de divulgación, de ciencia y de posibles colaboraciones. Nos bebimos la segunda botella. 

El Equipo en el bosque lluvioso de Paluma

SEÑAS DE IDENTIDAD II




En nuestra tierra cuando el calor azota, y azota bien, los recursos públicos para combatir la flama no son muy abundantes: las sombras que proporcionan los árboles de la vía pública y ciertas fuentes que los más atrevidos toman al asalto. En Townsville, donde la playa (como ya hemos contado) está desierta a cuenta de las medusas, existen llamativos parques acuáticos a lo largo del paseo marítimo (que aquí llaman The Strand). Parque abiertos a todo el que pasa, niño o adulto; repletos de surtidores de agua, cañones de agua, setas de agua... Y coronados por una cubeta monumental en la que desembocan dos caños monumentales. Cada vez que la cubeta se llena, gira sobre su soporte y derrama una enorme cantidad de agua que, en forma de paraguas, lo cubre todo... Así sí que se puede combatir el calor...


José María Montero "Monti"

ALJARAQUE Y EL VISO

El Viso del Alcor y Aljaraque se hermanan en las antípodas. En un momento de gran trascendencia mundial y orgullo de todos nuestros paisanos, se ha procedido al cálculo kilométrico de las distancias hasta nuestras amadas pequeñas patrias. Esto está una jartá de lejos, oiga!


Arturo Jiménez y Héctor Garrido en las Antípodas, o sea, Australia.

lunes, 20 de abril de 2009

Macrodetalles de un país del tamaño de un continente

En la mañana del 21 de abril de 2009 realizamos un vuelo en la zona de Townsville-Paluma. Esto es lo que vimos.







(Fotografías: Townsville-Paluma, Australia. © Héctor Garrido)

ATENCIÓN AL DATO - CAPÍTULO IV : THE FIRE


En días calurosos los aceites esenciales contenidos en las hojas del eucalipto se evaporan por encima de las copas produciendo la típica neblina azulada del paisaje australiano. Estos aceites son altamente inflamables y por eso las llamas viajan rápidamente a través de esa atmósfera oleosa. En bosques densos de eucaliptos las llamas de un incendio pueden alcanzar más de 300 metros de altura y propagarse a 70 kilómetros por ahora (ayer nos juraban que, en determinadas circunstancias, esa velocidad puede alcanzar los 200 kilómetros por hora... pero me resisto a admitir ese dato espeluznante).

La temperatura de un incendio en estas latitudes también adquiere magnitudes desproporcionadas: en las conocidas como “tormentas de fuego" llegan a alcanzarse los 2.000 grados centígrados.
José María Montero "Monti"

CUESTIÓN DE EPIDERMIS


Ayer viajamos hasta Paluma, a unos 100 kilómetros de Townsville, para descubir cómo el eucalipto, en su territorio nativo, compone bosques hermosísimos y llenos de vida. Betsy Jackes, botánica de la Universidad James Cook, nos explicó cómo el eucalipto rosado (Eucalyptus grandis) puede llegar a alcanzar los 80 metros de altura y cómo su corteza se va desprendiendo de forma regular, amontonándose, ya seca, en los pies de estos árboles majestuosos. Esa epidermis, la que aparece en la foto, es tremendamente inflamable y constituye uno de los combustibles más peligrosos en los temidos incendios australianos.

Las altas temperaturas que pueden llegar a alcanzarse en un incendio forestal son las que, en primera instancia, causan graves daños a la vegetación y alteran la composición física y química del terreno. En uno de estos siniestros pueden llegar a superarse fácilmente los 600 grados centígrados, cuando bastan 70-75 ºC para que, en treinta segundos, mueran las células de la materia vegetal, y por encima de los 450 ºC comience la combustión de la materia orgánica que enriquece los suelos.
La vegetación autóctona de todas las zonas de clima mediterráneo está, sin embargo, adaptada a esta acción devastadora del fuego. Es lo que se denomina pirofitismo, que puede ser activo o pasivo, un mecanismo natural que le permite sobrevivir a los incendios o volver a colonizar fácilmente las zonas quemadas.
En Andalucía el ejemplo más representativo de pirofitismo pasivo es el desarrollado por el alcornoque, recubierto de una corteza protectora (corcho) poco combustible. En este caso la epidermis no se pone del lado de las llamas. Este tipo de árboles rebrotan con facilidad por la copa y en pocos años pueden recobrar su aspecto original.
Más complejo es el pirofitismo activo. Las plantas que han evolucionado siguiendo este mecanismo de adaptación se activan fisiológicamente una vez que han sido consumidas por el fuego o bien han acomodado su ciclo vital a los incendios. Entre las primeras se encuentra la jara, cuyas semillas resisten bien el fuego, las altas temperaturas y la luminosidad, germinando una vez que se ha extinguido el siniestro. Los brezos y acebuches, que pertenecen al segundo grupo de las pirófitas activas, mantienen sus yemas, raíces y brotes de crecimiento indemnes, ya que están bajo el suelo, por lo no encuentran muchas dificultades para recuperar su actividad.
José María Montero "Monti"

Detalles diminutos de un país del tamaño de un continente.








(Fotografías: Parque Nacional Paluma, Australia. © Héctor Garrido)

domingo, 19 de abril de 2009

SEÑAS DE IDENTIDAD




Hoy, en la cena, discutíamos a propósito de las señas de identidad de un pueblo, de una colectividad. Discutíamos a propósito de esos elementos, casi siempre absurdos, en los que un grupo de humanos se reconoce y por los que es capaz de llorar o de matar (depende de lo que esté en juego o de cómo esté de nublado el día).
No es sencillo comprender las señas de identidad de un pueblo que no es el nuestro. La empatía, sobre la que también discutíamos, es un asunto complicado. No es fácil ponerse en el pellejo del otro o de la otra, aunque ésta, la empatía, sea, de alguna manera, una virtud estrictamente humana que nos ha beneficiado como especie a lo largo de la historia.

Dispuestos a integrarnos en esta terra ignota, poco a poco estamos descubriendo algunas de las señas de identidad aussies. Por ejemplo, la Vegemite, una pasta oscura y salada, elaborada con cereales, que se unta en el pan y que, seamos sinceros, tiene un sabor... difícil.
Mucho más sencillo nos ha resultado incorporar a nuestro repertorio de cantos rituales el Waltzing Matilda, canción folclórica que se considera el himno popular de Australia. Todo aussie que se precie entona, con profundo sentido patriótico, esta canción de letra surrealista y melodia pegadiza. Cuando en momentos de euforia (que son muchos) la cantamos a coro los aussies nos miran asombrados. ¿Os imagináis a un grupo de australianos cantando el Asturias, patria querida por las calles de Sevilla o de Madrid?
Atendiendo al título uno puede pensar que el Waltzing Matilda habla de un baile (el vals) y de una guayaba (de nombre Matilda), elementos que no es difícil unir en la letra de una canción. Pero... no. Eso sería demasiado fácil.
Matilda parece ser que se refiere al nombre que se le daba al hatillo que los vagabundos llevaban encima con sus pocas pertenencias (y en particular su manta), y el Walzing se corresponde con una acción que estaría a medio camino entre el vagabundaje y el aprendizaje de un oficio. Complicado, ¿verdad? Si es que para entender la letra del Waltzing Matilda hay que ser australiano, pero para cantarla sólo hace falta algo de oído, una pizca de sentimiento y empatía. Así uno se siente un poco australiano sin dejar de ser español, porque, al final, este himno popular australiano habla de la libertad y de cómo ésta no puede ser sometida al dictado de los más poderosos. Talmente cómo le ocurría al Gauchito Gil.
Ahí es ná...

Para el que quiera escuchar Waltzing Matilda ahí va el enlace:
P.D.: Los niños de la foto está devorando Vegemite, nada de Nocilla...
José María Montero "Monti"

¡ QUE VIENE EL TIBURÓN !



Llevábamos ya un buen rato nadando sobre el arrecife. Ocasionalmente nos sumergíamos unos metros para ver con más detalle alguno de los muchos elementos vivos que adornaban el jardín. Confiados, nos habíamos alejado del barco. Nada parecía especialmente peligroso ni amenazador. Con qué soltura explorábamos ese mundo azulado hasta que apareció uno de los propietarios del jardín y se interesó por los intrusos. A pocos metros, a muy pocos metros bajo nuestras gafas de bucear, apareció el tiburón. Era un ejemplar no muy grande (¿dos metros? ¿tres metros?) de tiburón punta blanca de arrecife (Triaenodon obesus) que lejos de seguir su rumbo se detuvo a curiosear. Sin perder la compostura, y como el que no quiere la cosa, empezamos a nadar rumbo al barco a velocidad más que sospechosa. En cinco minutos, como bien relató Arturo, se nos pasaron por la cabeza todas las películas de tiburones asesinos que habíamos visto en el cine de verano.

Un buen amigo, José Carlos García, biólogo marino y profesor de la Universidad de Sevilla, me lo explicó con un buen ejemplo hace algunos años. En cada comienzo de curso, me confesó, planteaba a sus alumnos la misma pregunta: “¿Qué se siente más, la muerte de un pollito o la de un pez?”. Y todos los años, por abrumadora mayoría, ganan los partidarios del pollito. Conclusión: es más fácil identificarse con un animal de sangre caliente, tacto agradable y al que podemos acercarnos sin dificultad. Por el contrario, los peces y otros organismos marinos resultan fríos, viscosos, y su contemplación está asociada a las pescaderías, en donde se muestran muertos y malolientes. Nuestra propia historia evolutiva nos sitúa más cerca del pollito que del pez. No es sencillo emocionar a una persona hablándole de animales a los que nunca ha visto de cerca, o describiéndole lugares en los que nunca ha estado.
Nuestro tiburón punta blanca nos emocionó hasta el punto de sacarnos del agua... Y eso que nos nos enseñó los dientes porque si lo hace... nos ahogamos.
José María Montero "Monti"

VOLANDO SOBRE EL ARRECIFE



La foto me la hizo Vincenzo Montalbano cuando él descendía a las profundidades del reef gracias a su botella de oxígeno comprimido, y yo pataleaba, como un alien con aletas de plástico, en esa delgada frontera que separa el mar del cielo.
La interfase agua-aire, esa delgada frontera en la que yo pataleaba, es la que a menudo sufre mayores alteraciones debidas a la contaminación, ya que numerosas sustancias, poco densas, se acumulan en las capas superficiales y terminan afectando a aquellos animales que son propios de este territorio de frontera, como delfines y tortugas. Por eso no es intrascendente mantener limpio el mar, aunque se trate de pequeñas manchitas de petróleo o de una simple bolsa de plástico.


José María Montero "Monti"

DE TOWNSVILLE A NÍJAR



¿Qué tienen que ver los arrecifes de coral australianos con Andalucía?

¿De verdad existe una conexión, creible, entre ambos escenarios?

Voy a tratar de revelar este vínculo ahora que Juanma García se ha ido a dormir (así si meto la pata tendré, como mínimo, cinco o seis horas de tregua).
Algunos de los puntos de interés geológico que se localizan en Andalucía sirven para explicar fenómenos naturales que se desarrollaron hace millones de años, o nos muestran, de manera accesible, lo que en este mismo momento está ocurriendo en zonas exóticas del planeta.

Visitar los fondos abisales marinos solo está al alcance de unos pocos especialistas, pero este tipo de paisaje es perfectamente identificable en distintos puntos del Campo de Gibraltar, y lo mismo ocurre con los arrecifes coralinos que quedaron al descubierto en la Sierra de Níjar (Almería).

Si viajamos a Montillana (Jaén) o Pozoblanco (Córdoba) nos encontraremos con antiguas lavas almohadilladas, similares a las que, en la actualidad, arrojan algunos volcanes submarinos.
Ya tenemos una conexión fiable... ¿Necesitamos algo más? ¿Quizá algo más actual? Es cierto que no se pueden comparar a estos corales del trópico, pero los corales de agua fría también registran una elevada biodiversidad y una alta concentración de endemismos. En todo el Mediterráneo se han localizado más de 30 puntos en los que habitan este tipo de corales, particularmente frecuentes en el entorno de las costas españolas. Frente a la fachada litoral andaluza se anotan más de una docena de estos enclaves, lo que supone cerca de la mitad de las localizaciones conocidas de corales de agua fría.

Townsville no está tan lejos de Andalucía como creemos...

José María Montero “Monti”

sábado, 18 de abril de 2009

Con Ciencia (2)


Hoy hemos estado en un jardín de piedras de colores. Las piedras las ponen los pólipos, unos animalitos milimétricos que fijan el calcio y el CO2 convirtiéndolo en carbonato de calcio. El color, los colores, lo ponen unas microalgas que viven en simbiosis con los pólipos. De la cooperación entre millones de pólipos y algas ha surgido la gran barrera de coral australiana. Hoy hemos buceado por ese oasis petrificado entre la riquísima variedad de formas de vida que lo habitan, desde los peces multicolores, las tortugas gigantes o los dos tiburones de cola blanca que avistaron Arturo y Rocío (o Rósio como la llaman aquí).

Dicen que la gran barrera de coral es la mayor estructura jamás creada por la vida. Dicen que se ve desde la luna. Es posible. Pero lo maravilloso de esta estructura no es su tamaño sino su preciso funcionamiento, la perfecta armonía, la complicada pero eficaz conectividad entre los elementos que la forman. Es una estructura autoorganizada de la que sabemos bastante. Como los arrecifes que hace seis millones de años dibujaban lo que hoy es la costa del levante andaluz, esta gran barrera también desaparecerá.  Eso, hombre mediante, ocurrirá en un futuro lejanísimo. Pero mientras tanto, este reloj suizo de la naturaleza, nos sirve para medir el daño que la actividad humana provoca en un planeta que no sabemos manejar.   

La arena de los alcores sevillanos esta hecha de la sílice en que se convierten las diatomeas. El polvo en que nos convertiremos nosotros está hecho de fosfato de calcio. El polvo en el que se convierten los pólipos de la barrera de coral está hecho de carbonato cálcico y es la impresionante arena que hoy hemos sobrenadado en el arrecife.  Toda vida vuelve al polvo ¿vuelve?. ¿Tiene la vida un origen mineral?; ¿se creó a partir de una secuencia de reacciones minerales aún por descubrir?. Si alguna vez logramos contestar a esa pregunta, parte de la información saldrá sin duda de las rocas antiguas que visitaremos en nuestro viaje por el oeste australiano. 

La Gran Barrera de Coral

El día 18 de abril realizamos una salida al Arrecife de Coral. Estas son algunas de las imágenes que pudimos observar durante nuestro paseo submarino.
(Fotografías: Arrecife de Coral. Cayo Wirst, Towsville, Australia. © Héctor Garrido)








(Fotografías: Arrecife de Coral. Cayo Wheelers, Townsville, Australia. © Héctor Garrido)

Making Off de "La Gran Barrera de Coral"

Charli guiard


Con Viccenzo Montalvani organizando el trabajo


¡¡Acción!!


Rocío Fuentes


José M. Montero


Charli Guiard


Juanma García Ruiz


Arturo Jiménez

(Fotografías: Arrecife de Coral. Cayo Wheelers, Townsville, Australia. © Héctor Garrido)