"PLANETA AUSTRALIA: LOS ARCHIVOS DE LA TIERRA" (EL DOCUMENTAL: CAPITULO 1)

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martes, 21 de abril de 2009

ASÍ EMPEZÓ TODO...



La alianza, o la simple complicidad, entre científicos y periodistas es, en nuestro país, una de esas rarezas que hipotecan la divulgación científica a gran escala. De este tema ya ha escrito algo en este blog nuestro amigo Juanma. Pero, si esta alianza es tan complicada, ¿cómo surgió esta curiosa pareja Estación Biológica de Doñana – Radio Televisión de Andalucía que sigue cumpliendo años sin atisbos de desencuentro?

Los científicos necesitan divulgar sus interrogantes, sus retos, la utilidad social de su trabajo, sus problemas, las respuestas que han sido capaces de iluminar,... Necesitan socializar las incertidumbres que habitan en la investigación, para que ésta pueda ser entendida en sus justos términos. Precisan, como no había ocurrido hasta ahora, de un respaldo social que, a la postre, se traduzca en un decidido respaldo político, que es del que nacen los recursos, materiales o financieros, que requieren. En definitiva, necesitan escapar de los círculos endogámicos en los que, con demasiada frecuencia, se refugian, y salir así a la calle y explicar, y explicarse, ante los ciudadanos.

Los comunicadores, por nuestra parte, estamos necesitados de noticias, de novedades, de descubrimientos, de aventuras, de esfuerzos titánicos, de misterio,... ¿Y no son éstos los materiales con los que a menudo, por no decir siempre, se teje la actividad científica? En una sociedad cada vez más tecnificada, cada vez más vinculada al hecho científico y sus consecuencias en la vida cotidiana, necesitamos contar esa nueva, y poderosa, dimensión de nuestra realidad. Y contarla, eso sí, de manera atractiva, de forma que pueda ser comprendida por aquellos para los que la Ciencia es un territorio oscuro, complejo e intraducible, sin traicionar, al mismo tiempo, el rigor con el que se construyen los materiales de la Ciencia.

Un buen día, allá por el 2000, Fernando Hiraldo, director de la EBD, y yo mismo nos hicimos la siguiente pregunta: ¿seremos capaces de producir, mano a mano y en igualdad de condiciones, materiales y herramientas de divulgación que sean valiosas para ambos? O, dicho de otra manera, ¿podemos elaborar productos de divulgación científica que sean atractivos desde el punto de vista televisivo y que, al mismo tiempo, sean rigurosos y puedan resultar de utilidad para los científicos? Y para resolver estos interrogantes acordamos un territorio común en el que buscar las respuestas, un territorio en el que, a priori, ambos nos sintiéramos cómodos.

Ese territorio resultaron ser las expediciones científicas, por utilizar un término que todo el mundo identifica con facilidad, aunque en realidad se trate de esos viajes, casi cotidianos, que los científicos de la EBD deben realizar a distintos puntos del planeta para resolver sus proyectos de investigación.



Creamos, y aquí está el elemento más novedoso y arriesgado de la experiencia, un equipo mixto de trabajo, de tal manera que renunciamos al modelo tradicional (un equipo de televisión que documenta, mirando desde el exterior, el trabajo de los científicos de acuerdo a sus indicaciones) y acordamos una fórmula en la que todos trabajáramos, mano a mano y en igualdad de condiciones, desde el principio hasta el final, desde el propio diseño del viaje hasta la redacción y montaje de los guiones finales. Así los periodistas teníamos que empaparnos de las condiciones en las que diseñaban y ejecutaban su trabajo los científicos, y éstos también tenían que ponerse en nuestro pellejo para prever nuestras necesidades y adaptarse a ellas.

Nos pasamos meses discutiendo, pactando, consensuando y decidiendo, tanto en las cómodas salas de reuniones como en los inhóspitos escenarios en los que, finalmente, se desarrolló el trabajo conjunto. La simbiosis llegó a producir resultados inesperados, que iban más allá del propio material de divulgación. Los periodistas terminamos convirtiéndonos en unos modestos, aunque solventes, auxiliares de investigación, y los científicos participaban con soltura, y buen criterio, en decisiones que tenían que ver con la producción, realización o redacción de los documentales.


Lo habíamos conseguido, la alianza era posible, la complicidad no era una utopía... Y encima nos lo pasamos bien, ¿qué más se puede pedir?

Fotografía: Charli y yo nos reimos (por no llorar) en las estepas de Kazajstán después de 23 días sin ducharnos. Corría el mes de junio de 2003 y fue la primera de nuestras expediciones. La foto la hizo César, nuestro operador de cámara.

José María Montero "Monti"

1 comentario:

  1. Apasionante todo lo que contáis... espero con impaciencia la vuelta de la expedición para disfrutar de vuestro trabajo.
    Desde aquí os mando a los conocidos -Monti y Chiqui- un beso muy cariñoso y lleno de orgullo por toda la labor que estais realizando. Extensible a todos los demás del equipo
    Teresa Vicetto

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